sábado, 6 de diciembre de 2008

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y SU IMPACTO EN TIERRAS ACCITANAS

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y SU IMPACTO EN TIERRAS ACCITANAS




El tres de mayo de 1808 en Madrid. Museo del Prado.


LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Y SU IMPACTO EN LAS TIERRAS ACCITANAS*


1. El imperio napoleónico.

El estallido de la revolución francesa conmocionó a toda la cultura occidental. Cayó la Monarquía y en su lugar apareció, tras convulsos sucesos, la dictadura de un soldado de fortuna, Napoleón, que pretendió la creación de una nueva dinastía heredera de Carlomagno, con la intención de aglutinar a todo Occidente. Este Occidente estaría basado en las ideas de la revolución y opuesto al Oriente absolutista y bárbaro personificado en Rusia. El sueño pareció realizarse en la paz de Tilsit (julio de 1807).

Pero los hechos eran tozudos. Frente al continente se alzaba el mar; frente a la Francia imperial se alzaba la Inglaterra dominadora del Océano. No pudiendo asaltar la isla tras el fracaso de Trafalgar (octubre de 1805), se decretó el BLOQUEO CONTINENTAL con el objeto de rendir por consunción a la isla.
2. La península ibérica en el marco del imperio napoleónico.

Dentro del Sistema continental era vital el dominio de la Península Ibérica. Se intentó restaurar los antiguos pactos de familia borbónicos, encontrando un buen aliado en la persona de Godoy, a la sazón favorito de la Corona y ávido de honores y ambición.

Las disputas entre Carlos IV y su hijo Fernando permitieron a Napoleón planear el establecimiento en España de una nueva dinastía, en la cabeza de su hermano José. Los bochornosos sucesos de Bayona, en los que ningún miembro de la familia real reinante en España estuvo a la altura de las circunstancias, permitió el trasvase de la Corona de España y de las Indias a José Bonaparte.

Las autoridades tradicionales, presionadas por la falta de resistencia de las personas reales y por las armas napoleónicas, que con pretexto de la invasión de Portugal controlaban gran parte del país, aceptaron el cambio de dinastía.

En este sentido hay que inscribir la reacción de las autoridades -el obispo concretamente-que en Guadix reaccionaron contra los sucesos de Madrid del 2 de mayo de 1808 que, si bien, pronto serán considerados como el inicio de la guerra de la idependencia, entonces serán tildados como obra del populacho. Para las autoridades establecidas el suceso del dos de mayo es algo que debe ser evitado ("Tan detestable y pernicioso ejemplo no debe repetirse en España. No permita Dios el horrible caos de la confusión y del desorden vuelva a manifestarse ni en la menor aldea de toda la extensión de sus dominios". Pastoral al clero y pueblo de la diócesis de Fray Marcos Cabello, obispo de Guadix, dada en Guadix a 12 de mayo de 1808 y publicada en el Diario de Madrid el 29 de mayo de 1808). En esa misma pastoral se pide colaboración con las tropas francesas: "El ejemplar funesto del dos corriente debe sepultarse en un eterno olvido. Todo español debe mirar con amor, tratar con la mejor armonía, y prestar los socorros que exijan las circunstancias, a los individuos de la nacion francesa, bien domiciliados en España, bien sea de las tropas residentes en su territorio. Así nos lo mandó nuestro amado soberano Carlos IV antes de renunciar a la Corona"

Pareja a esta reacción del Obispo, el cabildo catedralicio tiene noticia del nombramiento del cura párroco de Santiago, don Francisco Llorente, para acudir a las Cortes de Bayona, otorgándole para el viaje de ida y vuelta y estancia en esa ciudad la cantidad de quince mil reales, conforme a los deseos de S. M. Imperial y real el emperador de los franceses de juntar en Bayona, para el 15 de junio de 1808, una diputación general de 150 personas, compuesta del clero, nobleza y estado general "...para tratar alli de la Felizidad de toda España, de los males, que el anterior sistema la han ocasionado y de la reforma, y medio de destruirlos en toda la Nacion, y en cada Provincia..." (actas capitulares del Cabildo de la Catedral de Guadix, libro 36, acta del 23 de mayo de 1808).
3.Las abdicaciones de Bayona y los grupos ideológicos.

El levantamiento de Madrid responderá a un profundo sentimiento de rechazo a la presencia francesa. Esta presencia provocará reacciones distintas en las minorías ilustradas. Un grupo, los llamados afrancesados aceptarán el cambio de dinastía argumentando que la abdicación de los Borbones en Bayona ha sido voluntaria, por lo que el nuevo rey no violenta la voluntad del país, máxime que ha prometido acatar la constitución tradicional del país y remover los obstáculos que se oponen al progreso de la Nación. En este sentido se consideran herederos de los ilustrados que vieron en la Monarquía la garantía de la Nación. Conforme avance la guerra se sentirán cada vez más aislados y odiados por el pueblo. Otro grupo, los llamados jovellanistas, se oponen a la presencia francesa, pero consideran necesaria la reforma del estado, queriendo dar un salto atrás en el tiempo, aboliendo las trabas que Austrias y Bobones han puesto al desarrollo institucional de España. Y otro grupo, los liberales, que se oponen al uniformismo y despotismo que pretende establecer Napoleón, siguen las ideas de la revolución francesa, pretendiendo dar un giro revolucionario a la proyectada reforma estatal con la elaboración de una Constitución escrita que exprese la división de poderes y el sometimiento de todos a la ley, incluido el rey. Ellos serán los que controlen la labor constituyente de las Cortes de Cádiz, desplazando a otros grupos y elaborando la que será la primera Constitución genuinamente española , la constitución de 1812.

Frente a esos grupos, la inmensa mayor parte del pueblo se movilizará alrededor de tres ideas: el Rey, la Religión y la Patria, provocando el surgimiento de nuevos poderes, las Juntas, que si bien serán regentadas en muchas ocasiones por las anteriores autoridades, tienen una legitimidad distinta, revolucionaria. Esta Junta gubernativa funcionará ya a principios de junio en Guadix, de la que forman parte el corregidor de la ciudad y el magistral de la Catedral.

4. La guerra.

El levantamiento nacional tras los sucesos del dos de mayo provoca la pronta reacción de las tropas francesas. Su objetivo estratégico es controlar las capitales, teniendo como centro Madrid.

La ruta Madrid-Bayona será vital para la conservación de las relaciones con Francia, de ahí la importancia de ciudades como Zaragoza, lo que dará lugar al asedio de la ciudad y su heroica resistencia con personajes como Agustina de Aragón.

Con el objetivo de controlar la zona de Andalucía, vendrá un ejército mandado por el general Dupont con la pretensión de ocupar Córdoba, Sevilla y Cádiz. Con esta actuación Napoleón trata de ganar la guerra en las ciudades, dejando en poder de los españoles el control de las comunicaciones, concepción estratégica que tendría graves consecuencias para el mando francés.

En Andalucía Dupont procurará tomar la ruta de Cádiz, pero quedará en el alto Guadalquivir ante la amenaza que representa el ejército español de Andalucía, mandado por Castaños, que, en Bailén, fruto de un gran concepción estatégica de su segundo el general Moreno, obtendrá la rendición de más de 17 mil hombres. Bailén modificará, según Miguel Artola en su libro "La España de Fernando VII", la situación estratégica en lo militar y supuso, en lo político, un quebranto decisivo por el ejemplo que ofrecía a los restantes pueblos europeos.

El vacío creado por la prisión del ejército de Dupont dejaba Madrid al descubierto, lo que provocó un movimiento generalizado de repliegue.

El 1 de agosto iniciaba su desembarco en las playas de la desembocadura de Mondego la división que el gobierno inglés enviaba como respuesta a las peticiones de las Juntas españolas. Al mando de Wellesley conseguirán la victoria frente al general francés y la liberación de Portugal.

Todas estas derrotas provocan la retirada del rey José a Vitoria y la intervención directa de Napoleón en España, que lanzará contra los españoles una masa de doscientos cincuenta mil hombres, la mayoría veteranos ( 7 de noviembre de 1808).

Tras desbaratar a las tropas regulares que se le opusieron, el cuatro de diciembre de 1808 entra en Madrid, pero la voluntad de resistencia de los españoles, personificada en la Junta Central, se mantiene, con lo que se inicia una guerra de desgaste en la que el ejército francés no podrá hacer reconocer a la población el nuevo estado de cosas, dado el rechazo de ésta y la aparición de un nuevo modo de hacer la guerra, la guerra de guerrillas.
El programa de ocupación seguirá tres líneas fundamentales: Levante, Andalucía y Portugal.

La batalla de Ocaña (provincia de Toledo) el 18 de noviembre de 1809 en la que se perdió el ejército mandado por Areizaga dejaba Andalucía sin defensa ante el invasor francés. La Junta Central ha de abandonar el poder en beneficio de la primera Regencia.

Una enorme masa de cien mil hombres se dispone a tomar Andalucía. La marcha, al mando del general Víctor, la inicia el 12 de enero de 1810. Al general Sebastiani, al mando de diez mil hombres, se le asignaba la misión de tomar el Reino de Granada, cuya capital caía en su poder el 29 de enero de 1810. El día 16 de febrero las tropas francesas entran en Guadix. Días antes se ha producido la huída de la ciudad de numerosos clérigos, incluido el Obispo. Previendo la toma de la ciudad y teniendo necesidad de numerario dadas las necesidades crecientes de la guerra, la Junta Suprema ha ordenado el envío a la ciudad de Sevilla de las alhajas y objetos de culto de la catedral que no sean estrictamente necesarias. El cabildo las entregará al Obispo para su inmediato traslado a Sevilla el 7 de enero de 1810. Entre los objetos entregados estarán "...un caliz y patena de oro, su peso de dos libras y medias que dono el Sr. Avalos, natural de Guadix, Obispo de esta ciudad, y despues arzobispo de Granada y Santiago, y cardenal de la Sta Yglesia" (Acta del cabildo de nueve de enero de 1810). También figurarán, entre otros objetos, dos incensiarios, dos navetas, dos vinagreras sobredoradas, dos portapaces, dos campanillas, una linterna, dos palmatorias, una cruz con crucifijo de la sala capitular, dos fuentes, dos jarros, dos anillos de rubíes, un pectoral viejo de piedras blancas, otro más chico de esmeraldas,etc.
Tras la invasión de Andalucía, los franceses tendrán que hacer frente a tres necesidades: guarecer las ciudades, mantener abiertas las comunicaciones y sitiar la ciudad de Cádiz. Estas tres misiones absorben la casi totalidad de sus efectivos y reducen el volumen de sus fuerzas operativas en la zona, que no serán nunca mayores de quince mil hombres (de un ejército de 70.000 a 90.000 hombres) e incluso ésta a costa de comprometer gravemente la situación de las guarniciones y comunicaciones.


Los dos años largos que duró la ocupación francesa de Andalucía revelan una situación de equilibrio de fuerzas en que, sin que tengan lugar batallas de importancia, los franceses sufren un constante desgaste en la tarea de mantener su dominio del terreno y no logran poseer, salvo en ocasiones excepcionales, la iniciativa estratégica.

La aparición, apenas ocupadas la ciudades, de una encarnizada resistencia en la zona montañosa, puso fin a las últimas inciativas francesas en Andalucía. La invasión del reino de Murcia por Sebastiani, quien había concentrado en Lorca unos siete mil hombres, se redujo a una breve razzia que culminó en la ocupación de la ciudad, sometida a un despojo sistemático durante los dos días de su ocupación. La noticia del levantamiento de las Alpujarras y del peligro en que se encontraba Málaga, le obligarán a volver.

5.La guerra de guerrillas.

La manifiesta inferioridad de los ejércitos regulares españoles en su lucha contra las tropas napoleónicas provocará la aparición de un nuevo tipo de guerra, la guerra de guerrillas, que tan bien ha estudiado el profesor Miguel Artola en la obra citada.

La guerra de guerrillas se basa en los siguientes supuestos:

a)Indiscutible inferioridad militar frente al enemigo (frente a los 300.000 soldados franceses, los españoles no reunían ni 100.000 hombres, que, además, empezaban a desertar de la disciplina regular).

b)Situación de beligerancia universal, en la que la inmensa mayor parte del pueblo apoya el esfuerzo bélico frente al invasor.

Y con esos supuestos, aparece una nueva concepción estratégica, que revoluciona los conceptos contemporáneos de la guerra. Esta nueva estrategia responde a los siguientes principios:

a)Carácter incensante de la guerra -varios años y sin períodos intermedios de paz-.

b)Beligerancia permanente: lucha en todos los niveles, incluso el individual, y en todos los momentos.

c)Gran movilidad, evitando todo control de territorio que suponga enfrentamiento, en inferioridad de condiciones, con el enemigo.

d)La retirada ante el enemigo superior, evitando los combates en los que no se tenga la seguridad absoluta de vencer. Y, en caso necesario, la práctica de la dispersión.

e)La práctica de la sorpresa en el ataque, provocando el terror en los soldados enemigos, aislados en un país extraño.

Con esta estrategia se pretende derrotar y destruir al anemigo, en una guerra de desgaste en la que se tiene confianza absoluta en la victoria final.

Esta guerra de guerrillas logró fijar las fuerzas francesas. De los trescientos mil franceses, sólo unos sesenta mil tenían capacidad de combate, fruto de la necesidad absorbente de ocupar el país y defender las comunicaciones, atacadas continuamente por la guerrilla.
La guerra de guerrillas se convirtió en un símbolo internacional de resistencia al opresor. El 1812 se puso de manifiesto que Napoleón era incapaz de hacer frente a dos objetivos: el dominio de España y de Rusia. Bastó que el emperador retirase unos cuantos miles de hombres de España, para que la situación de los ejércitos franceses en la península ibérica se hiciese insostenible. La batalla de Arapiles (22 de julio de 1812) fue el resultado tactico de la nueva situación, y la evacuación de Andalucía la más importate consecuencia estratégica de la inferioridad francesa provocada por el terrible y desproporcionado desgaste que habían sufrido las fuerzas imperiales en la Península.

La batalla de Arapiles (provincia de Salamanca) entre el general británico Wellington y el general francés Marmont, con la victoria del primero comprometió las posiciones francesas, al amenazar directamente el camino de Madrid, centro neurálgico del dominio francés en la Península. Ello provocó la evacuación de la mitad el país dominado por los franceses. El rey José I ordenará el 29 de julio de 1812 al mariscal Soult la evacuación de Andalucía, que la retrasará hasta finales de agosto.

Madrid será abandonada y de nuevo ocupada por las tropas francesas, fruto de la falta de una estrategia adecuada por parte de Wellington. El invierno de 1812 transcurre sin grandes enfrentamientos, aunque los ejércitos franceses padecen la falta de comunicación regular con Francia, lo que le impide estar al tanto de la derrota de Napoleón en Rusia.

Las fuerzas hispanoinglesas son puestas bajo el mando único de Wellington, unificando las acciones bélicas. El 23 de marzo de 1813, José I se ve obligado a abandonar definitivamente Madrid. Y, a partir de aquí, se inicia la retirada. En Vitoria, el 21 de junio de 1813, se da la última gran batalla peninsular, perdida por los franceses que habrán de abandonar un riquísimo botín de los personajes franceses y afrancesados que habían buscado su seguridad en las filas de los soldados imperiales. El equipaje del rey José se convertía en el símbolo de la política de latrocinios practidada por los ocupantes.

La batalla de San Marcial (31 de agosto de 1813) y la caída de San Sebastián acaba con uno de los frentes bélicos. Más tarde, el 31 de octubre, la guarnición francesa de Pamplona se entrega a Carlos de España.

Las últimas tropas francesas de españa son vencidas en Molins del Rey el 10 de enero de 1814.

La guerra había terminado.

6. La ocupación de las tierras accitanas.

La ocupación de Guadix por las tropas francesas duró desde el 16 de febrero de 1810 al 22 de septiembre de 1812, con un intermedio (entre el 27 de junio de 1811 y finales de julio de ese mismo año) en que fue recuperada por las tropas españolas.

El período, como toda ocupación, será recordado en la memoria histórica del pueblo, como un periodo de opresión, desasosiego, fatigas, miedo y hambre.

Expresión documental de las graves consecuencias económicas que para la ciudad tuvo la ocupación francesa es el poder especial que el Ayuntamiento de Guadix concede a su alcalde primero, don Vicente Ponce de León, para exponer la situación de la ciudad tras la retirada del enemigo y solicitar ayuda de autoridades superiores: "...Que habiendo sufrido esta ciudad y pueblos de su partido los enormes prejuicios que son notorios desde el día diez y seis de febrero del año pasado de mil ochocientos diez, en que por su desgracia fue invadida por las tropas enemigas francesas, ya en requisiciones, extraciones y multas, y ya en el destrozo de sus casas, frutos y campos; y últimamente en la decapitación de algunos infelices vecinos, causando con todo ello un terror asombroso, y resultando por consiguiente la miseria a que ha quedado reducido el vecindario por la falta de sus siembras y cosechas de vino y cáñamo que son las bases únicas de su subsistencia por defecto de tráfico, comercio, fabricas e industria como que en el año de mil ochocientos once por la siega que hicieron las tropas enemigas de las mieses de esta vega y algunos pueblos inmediatos para el forrageo de su cavalleria y artilleria, se justipreció la pérdida en sesenta mil fanegas de granos; la de uba en diez y nueve mil arrobas de vino y poco menos la de sus frutos, siendo de mucha consideración la de árboles y vides cortadas y arrancadas que en medio siglo no se conseguirá su reposición; como igualmente la de grandes y hermosas alamedas, tanto de recreo como de particulares que prestando la más agradable vista servían para la defensa de haciendas..." (Archivo de Protocolos de Guadix. Registro de escrituras públicas otorgadas ante Don Lorenzo Cañas, escribano del número de esta ciudad de Guadix en el año de 1813. Fecha del documento: 27 de mayo de 1813).

El documento describe la situación de la ciudad meses después de la salida de las tropas francesas, haciendo constar unas circunstancias que resumimos brevemente:

-Se solicita que los pueblos del Partido de Guadix contribuyan a mantener a las tropas nacionales, especialmente al mantenimiento del Hospital civil y de los baños termales de Graena, utilizados por los combatientes. La situacion estratégica de la ciudad, en las rutas hacia Levante y Almeria hace que sea muy transitada por las tropas, por lo que se pide que Diezma, Gor y Fiñana asuman la carga que les corresponde en la subsistencia de las tropas.

-Se notifica la imposibilidad de aportar por el Ayuntamiento los sesenta y ocho mil ochocientos trece reales que le ha correspondido por los cuatro millones de reales cargados a la Provincia con destino a vestir, armar y equipar a las tropas, dada la situación de indigencia en que se encuentra.

-Se solicita la derogación de mantener la partida mandada por el teniente coronel graduado D. Juan Quiroga que además de los víveres exige un sueldo mensual de mil doscientos reales. Se solicita que estos militares acudan donde puedan ser útiles, abandonando la ciudad.

-Se solicita que ante el sorteo de mozos para el servicio militar que obliga a la ciudad a aportar doscientos cincuenta y ocho mozos, se le descuente el número de mozos que la ciudad tiene dados en los años mil ochocientos y once.

7.El difícil regreso a la normalidad.

Tras la expulsión de las tropas francesas, el ambiente social de la ciudad asiste a un enrarecimiento derivado de los enfrentamientos con las personas que habían colaborado con los invasores. Símbolo de este enfrentamiento es el proceso abierto a Don Josef Aguilera, Don Juan Bautista y Don Pedro Antonio Aguilera acusados del crimen de infidencia y solicitando de ellos "la rendición de cuentas de los manejos que como corregidores, y municipales havian tenido a su cargo durante la dominacion francesa". Igual acusación se hace a Don Antonio Dueñas, a Don José López Santisteban, Don Josef Manrique y Don Manuel de Torres (Archivo de protocolos de Guadix, legajo de Andrés Antonio de Peñuela, diversas fechas del año de 1813).

El fin de la guerra supone también la vuelta del Obispo, ausente de la ciudad durante la ocupación, que se produce el 28 de octubre de 1812.

El Obispo se esforzará por justificar su postura en el pasado, lo que denota que las críticas debían ser muy fuertes; ello se refleja en el acta del cabildo catedralicio del 20 de enero de 1813 donde se puede leer: "Primeramente fue leydo un oficio de SSYlma nuestro Prelado a que se acompañan dos cartas ordenes una de S.A. la regencia del Reyno y otra del Consejo Supremo de España e Yndias, que igualmente fueron leydas, y por las que se aprueba la resolución de emigrar, que SSYIlma adopto luego que se aproximaron los franzeses a este Pays, dandole asimismo gracias por su adepsion a la Justa causa que defiende la Nacion: y manifestando a el Cavildo nuestro Yllmo Prelado en dicho su oficio que espera se sirva mandad poner copia literal de ellas en el libro de Actas Capitulares, a fin de que conste en lo subcesivo la justicia y legitmidad de su ausencia de la Diocesis, precaviendo qualquiera falsa opinion y calumnia sobre su conducta..."

Y con el fin de la ocupacion, se produce tambien la instalación de una nueva legalidad, la emanada de las Cortes deCádiz. El 15 de noviembre de 1812 el Cabildo hace juramento de guardar la Constitución política de la monarquía española con arreglo a lo mandado por Decreto de las Cortes generales...En esta nueva legalidad va a participar el Obispo, nombrado Diputado a Cortes por el reino de Córdoba.

Esta nueva legalidad se expresa en la aplicación de las Cortes de Cádiz, que responden al intento de estructurar una nueva sociedad, liquidando de paso los soportes del Antiguo Régimen. Así se suprime el llamado voto de Santiago y el Tribunal de la Inquisición, según recogen las actas del cabildo de finales de 1813.

El clero regular, que había abandonado la ciudad al aproximarse las tropas francesas, volverá envuelto en la polémica. Será un cuerpo eclesiástico que todos quieren reformar y que en estos años habrá de enfrentarse a una situación que les marcará para el futuro. El gobierno afrancesado había suprimido las órdenes religiosas en agosto de 1809, incorporando sus posesiones al estado como bienes nacionales, arrendando las diversas propiedades a particulares según refleja diversas actas del Legajo de Lorenzo Cañas, depositado en el Archivo de Protocolos, correspondiente al año 1811. Cuando vuelva a la ciudad tras la expulsión de lo franceses, aprovechará los decretos de Cádiz para intentar recuperar lo confiscado durante el dominio del rey José. Por ejemplo se obliga al arrendador Francisco Borja Navarrete a devolver al R.P. Fray Luis Barte del convento, Yglesia, Huerta y muebles de San Diego, con la condición de que ha de contar al menos con doce religiosos.
Por este tiempo la ciudad debe ser un hervidero de comentarios sobre la vida política emanada de la labor de las Cortes de Cádiz, aprovechando la estancia en ella del Sr. D. Juan Pérez Pastor, diputado por la provincia de Murcia, maestrante de Valencia y vecino de la villa de Tobarra (cuenca de Hellín, en la actual provincia de Albacete), casado con Dª Elena Ladrón de Guevara...
Toda esta ebullición se detendrá tras la vuelta al poder de Fernando VII. La lucha entre el Antiguo y el Nuevo Régimen ocupará las energías de una ciudad y de una nación, necesitadas de curar las gravísimas heridas recibidas en la lucha contra los franceses.




*Este estudio está sacado de un trabajo que con el título "Apuntes para la historia de un conflicto bélico" publicó el autor en el Boletín del Instituto de Estudios "Pedro Suárez", en el número 4 correspondiente al año IV enero-diciembre 1991.




























































No hay comentarios: