domingo, 22 de febrero de 2009

Don Pedro de Mendoza y Lujan







D O N P E D R O D E M E N D O Z A
"Primeramente habreis de saber que desde Amberes hasta España tardé catorce días, llegando a una ciudad que se llama Cádiz. Desde Amberes hasta dicha ciudad se calcula que hay cuatrocientas leguas por mar. Cerca de esta ciudad había catorce barcos grandes, bien pertrechados, con toda la munición y bastimentos necesarios, que estaban dispuestos para navegar hacia el Río de la Plata en las Indias. También se hallaban allí dos mil quinientos españoles y ciento cincuenta entre alto-alemanes, neerlandeses y austríacos o sajones; y nuestro supremo capitán general, de alemanes y españoles se llamaba don Pedro de Mendoza.Entre esos catorce barcos,uno pertenecía al señor Sebastián Neithart y al señor Jacobo Welser de Nurember, quienes enviaban a un factor, Enrique Paime, al Río de la Plata, con mercaderías: en ese buque de los señores Sebastián Neithart y Jacobo Welser hemos navegado hacia Río de la Plata yo y otros altoalemanes y neerlandeses, unos ochenta hombres, bien pertrechados con armas de fuego y de otras clases.Así partimos de Sevilla en el año de 1534 en catorce barcos con el dicho señor y capitán general don Pedro de Mendoza...(Ulrico Schmidl:"Relación del viaje al Río de la Plata").(1)



Don Pedro de Mendoza, nacido en Guadix hacia el año de 1499,pertenecía a la ilustre familia de los Mendoza, siendo biznieto de Diego Hurtado de Mendoza, primer duque del Infantado, hijo a su vez del famoso marqués de Santillana; pariente por tanto, del primer virrey de México, Antonio de Mendoza. Su padre fue Fernando de Mendoza, sobrino nieto del cardenal Mendoza, y al parecer fruto ilegítimo, como pudiera hacer sospechar el estudio de la probanza de Alcántara(2).Don Fernando casó con doña Constanza de Luxan, con quien tuvo cuatro hijos: Diego, que casó con doña Francisca Villafañe; Pedro, que ni se casó ni tuvo hijos; Catalina, que casó en Guadix con Sancho de Benavides; y María, que casó con Cristóbal de Bolaños, regidor de la ciudad de Guadix. Don Fernando, por su participación en la reconquista de la ciudad de Guadix llevada a cabo por los RRCC, recibió el feudo de Valdemanzanos, futuro solar de la familia.
Don Pedro, suponemos que aprovechando la relaciones familiares, entró de paje de cámara del servicio de Carlos V, acompañándole en sus guerras y viajes, como el realizado a Inglaterra en 1522, siendo luego criado y gentilhombre. Ingresó en la orden de Alcántara, pasando posteriormente a la de Santiago. Su vida fue principalmente cortesana, pero también participó en las guerras de la época; así marchó a Italia en 1526, acompañando a las fuerzas imperiales, enfrentadas a las francesas de Francisco I por el dominio de la Península Italiana, fruto apetitoso por sus grandes riquezas. Ello dio lugar al famoso saco de Roma(1527) en el que las tropas imperiales al mando del condestable de Borbón, pasado al bando imperial, saquearon la ciudad eterna, poniendo en peligro la propia vida del Papa Clemente VII. En su tiempo se dio por cierto que don Pedro obtuvo de su participación en esta acción una gran fortuna que le permitió, años después, la financiación de su viaje al Río de la Plata.(3).
Después de los viajes de Sebastián Caboto y Diego García de Moguer al Río de la Plata(1526-1530), existía una carrera de rivalidad y competencia entre España y Portugal por el control de lo que se suponía riquísimas comarcas del interior de Sudamérica. El empeño de Portugal en llegar a la "Sierra de la Plata"-como se designaba al país de las leyendas-se expresó en la expedición de Martín Alfonso de Sousa de 1531 al Brasil, quien, saltándose anteriores tratados, se desvió y tomó posesión del Río de la Plata. Ante tal actitud, el Gobierno español preparó una expedición secreta para llegar antes que los portugueses a Sierra de la Plata, supuesto dominio del "Rey Blanco".La base de estas fantasías era el Perú de los Incas, cuyas riquezas y esplendores pasaron en forma mítica y deformada a los indios de la parte sudoriental de Sudamérica.



No cuajaron las expediciones encargadas a Miguel de Herrera, alcaide de Pamplona, ni a Pedro Fernández de Lugo. La armada, que estaba en preparación desde 1532, fue encargada en su dirección a don Pedro de Mendoza por capitulación de 21 de mayo de 1534, hecho en el que tuvo influencia María de Mendoza, esposa del secretario de Carlos V don Francisco de los Cobos, y emparentada con don Pedro. Las capitulaciones establecían las relaciones fundamentales entre el poder público y los conquistadores y entre éstos y los nuevos súbditos. En dicho contrato el monarca solía conceder de por vida al descubridor los oficios de gobernación, justicia y mando militar en la tierra descubierta. En el orden patrimonial le recompensaban con grandes extensiones de tierra en la zona descubierta, facultándole también para hacer repartimientos de la misma y también de caballerías y de indios a favor de sus compañeros. De aquí la inmensa autoridad que disfrutaba el jefe de la expedición.(4)
La capitulación de Mendoza con la Corona se hacía poco después de la llegada de Hernando Pizarro a España para entregar al Rey su parte correspondiente en el famoso tesoro de Atahualpa(Cuenta la historia que prisionero el inca Atahualpa de Francisco Pizarro, le ofreció por su libertad el rescate de oro que cupiera en la habitación donde ambos se hallaban. Aceptó Pizarro y la estancia de 17'5 pies de ancho por 22 de largo y 9 de alto se colmó de oro, que fundido dio un valor de 1.528.500 pesos, repartidos entre los jefes y soldados después de haber deducido la quinta parte para la Corona).(5)
Estas enormes riquezas despertaron la imaginación y la ambición de riquezas de los contemporáneos, hecho que facilitó el alistamiento en la expedición de don Pedro. Para comprender la gesta de estas expediciones hay que tener en cuenta que el mundo nunca fue tan grande como después del periplo de Magallanes que iniciado en 1519, culminó Juan Sebastián El Cano el día 6 de septiembre de 1522, dando por primera vez la vuelta al mundo: Teniendo en cuenta el estado de los medios técnicos, las distancias que separaban los recién adquiridos nuevos mundos de la Península Ibérica y de Europa quedaban en el límite entre lo posible y lo imposible. El universo creado por la explosión planetaria del siglo XV debe medirse en distancias-tiempo. El eje Sevilla-Manila iniciado a partir de 1565 medía cinco años: el tiempo necesario para un viaje de ida y vuelta de España a Filipinas. Entre la América antillana y España la ida y vuelta abarcaba seis meses. Y entre la América mexica y quechua aymara el tiempo de ida y vuelta abarcaba de 18 a 30 meses. De otra parte, las posibilidades que tenía un misionero o gobernador de efectuar el viaje de ida y vuelta eran escasas. La documentación disponible permite establecer que los retornos eran solo de un 25 a 30%.Además hay que tener en cuenta que otro problema fundamental era el llamado peso motor, es decir, los víveres y el agua que debían embarcarse par la tripulación. En los viajes a las Indias en el siglo XVI se embarcaban víveres y vino para 8 meses, con un peso de 850 kilos por hombre y con raciones terriblemente ascéticas(2 libras de biscocho, media libra de buey salado o de cerdo o bacalao,1 litro de agua,3/4 de vino,1/20 de vinagre y 1/40 de aceite).Y junto a ello el enorme hacinamiento. En una nave de 300 toneladas solían embarcar 50 o 60 hombres, y en una de 700 toneladas, de 80 a 90.(6).



Ello hacía que los viajes fueran extraordinariamente duros, que sólo hombres de extraordinario temple fueran capaces de soportar. Hombres jóvenes y solteros y la mayoría de ellos con experiencia militar, surgidos del legado de frontera que supuso la Reconquista, con todos los prejuicios, ambiciones, hábitos y valores de la España de su tiempo, con una mentalidad extraordinariamente legalista y una capacidad de asombro infinita ante el mundo que surgía ante sus ojos. Su imaginación desmedida interpretaba el presente basándose en las hazañas caballerescas del pasado que tan bien reflejaban los libros de caballería. Y junto a ello un deseo de enriquecimiento y ennoblecimiento a través del heroísmo y la espada, sin olvidar la religiosidad de la época que les llevaba a expandir el cristianismo por todo el universo.(7)



Los gastos de la expedición que dirigirá don Pedro correrán de su cuenta, otorgándosele en la capitulación los títulos de adelantado, gobernador y capitán general del Río de la Plata, con obligación de fundar tres fortalezas y llegar a la tierra del Rey Blanco. La expedición era conquistadora y colonizadora, debiendo fundar, por los menos, tres ciudades, para cuyos municipios se nombraron los regidores por anticipado.



Salió don Pedro con trece navíos, agregándoseles tres más en Canarias, con una hueste de 1.500 a 1.800 hombres, entre los que destacaban Martínez de Irala, Juan de Salazar, Ayolas, alguacil mayor; el maestre de campo Juan Osorio, el alférez general Alonso de Cabrera; Rodrigo de Cepeda, hermano de Santa Teresa y el soldado alemán Ulrico Schmidl, futuro cronista de la expedición.



Partió la flota de Sanlúcar de Barrameda el 24 de agosto de 1535, con don Pedro ya enfermo de sífilis, lo que le impidió atender el mando y le agrió el ánimo. Al poco tiempo surgió una fuerte rivalidad entre Ayolas y Osorio, hombre abierto y querido por los soldados. En octubre Ayolas le denunció a Mendoza como conspirador y el gobernador levantó un proceso secreto que terminó con una sentencia de muerte, también secreta, que fue ejecutada por sorpresa en la bahía de Río de Janeiro, donde había anclado la armada, el 3 de diciembre. Este asesinato amargará la vida de don Pedro.



En la isla de San Gabriel, en el estuario del Plata, se reunió don Pedro con su hermano Diego, que se había anticipado desde Río(febrero de 1536).Pasó Mendoza a la orilla meridional y allí, cerca de la boca del Riachuelo, curso de agua que serviría de puerto, fundó la ciudad de Nuestra Señora del Buen Aire, origen de la gran urbe de Buenos Aires; el nombre era el de una advocación de la Virgen, de origen sardo, como patrona de los navegantes. Sobre la fecha se ha vacilado entre el 24 de enero, 2, 3, y 23 de febrero de 1536, aunque la fecha más aceptada sea la del 3 de febrero de 1536.



El país estaba habitado por los querandíes, que pronto se mostraron enemigos de los expedicionarios. La falta de víveres era acuciante, obligando a hacer varias expediciones para encontrar comida. Un grupo, al mando de Gonzalo Acosta fue al litoral brasileño, mientras que Ayolas remontaba el río Paraná, fundando el fuerte de Corpus Christi (15 de junio), este mismo día una tropa de los expedicionarios fue derrotada a orillas del río Luján, pereciendo Diego de Mendoza, hermano del Adelantado, y otros muchos españoles, sitiando a continuación los indios Buenos Aires, donde al hambre llegará a provocar casos de canibalismo ("Sucedió que tres españoles robaron un caballo y se lo comieron a escondidas; y así que esto se supo, se les prendió y se les dio tormento para que confesaran. Entonces se pronunció la sentencia de que se ajusticiara a los tres españoles y se les colgara en una horca. Así se cumplió y se les ahorcó. Ni bien se les había ajusticiado, y se hizo la noche, y cada uno se fue a su casa, algunos otros españoles cortaron los muslos y otros pedazos del cuerpo de los ahorcados, se los llevaron a sus casas y allí los comieron. También ocurrió entonces que un español se comió a su propio hermano que había muerto".Ulrico Smidl).



Don Pedro, desesperado, pensaba volver a España cuando llegó Ayolas, y con él se dirigió a Corpus Christi, pereciendo de hambre 200 hombres; en las cercanías de dicho fuerte fundó Mendoza otro, llamado Nuestra Señora de Buena Esperanza (septiembre de 1536); de allí, ante las noticias de riquezas dadas por un español procedente de una expedición anterior, Mendoza, por la imposibilidad de ir con él a causa de su mala salud, decidió enviar a Ayolas en busca de la Sierra de la Plata, quien partió por el Paraná arriba en el mes de octubre, con el cargo de teniente de gobernador y en compañía de Irala.



Regresó Mendoza a Buenos Aires, adonde llegó Acosta con un grupo de colonos establecidos en Santa Catalina desde el viaje de Caboto, y por el consejo de uno de ellos envió refuerzos a Ayolas, al mando de Juan de Salazar. Viéndose gravemente enfermo y sin esperanzas y creyendo fracasada la expedición, quiso volver a España; hizo copiar el proceso de Osorio, previendo que se le demandaría por su muerte; redactó instrucciones para Ayolas, recomendándole que se llevase toda la gente río arriba y abandonase el puerto, y que si hallaba a Pizarro y Almagro, procurase que le compraran la gobernación, por encontrarse arruinado. Nombró teniente de gobernador durante la ausencia de Ayolas a Francisco Ruiz Galán, paisano suyo y antiguo administrador de sus bienes en Guadix, que ya había desempeñado la tenencia en las anteriores ausencias de Mendoza. Dejaba a 70 hombres en Buenos Aires, y en dos embarcaciones zarpó para España el 22 de abril de 1537 ("Quedamos en esa localidad durante tres años. Pero nuestro capitán general don Pedro de Mendoza, tenía la malatía francesa. No podía mover ni pies ni manos y además había gastado en el viaje más de cuarenta mil duros. No quiso, pues, estar más tiempo con nosotros en esa tierra, y decidió volver a España, como lo hizo; retornó con dos bergantines y llegó a los cuatro barcos grandes que había dejado en Buenos Aires, tomó consigo cincuenta hombres y viajó a España en dos barcos grandes, dejando los otros dos en Buenos Aires. Mas cuando nuestro capitán general don Pedro de Mendoza había llegado a mitad de camino, Dios Todopoderoso le deparó una muerte miserable.!Dios sea con él clemente y misericordioso! NOs había prometido antes de salir que, ni bien él o los barcos llegaran a España, y como medida primera, mandaría inmediatamente otros dos barcos al Río de la Plata; cosa que dispuso en su lecho de muerte al hacer su testamento, todo lo cual había sido convenido. También encargó que se mandase gente y ropa, rescate y todo lo que fuera menester. No bien llegaron los dos barcos a España, se entregaron esas cartas y órdenes; y cuando los consejeros de Su Cesárea Mejestad supieron que esto sucedía en el país, despacharon lo más pronto posible dos grandes barcos con gente y alimentos y mercadería, y toda lo que se necesitaba". Ulrico Smidl).



Mendoza, agravada su enfermedad moría, en pleno Atlántico, el 23 de junio de 1537.
El 10 de enero de 1538, en el inventario de sus bienes, figuraba, al lado de un Virgilio pequeño de cantos dorados y de una Biblia cuya encuadernación de pergamino está desgarrada, un libro de Erasmo, mediano, guarnecido de cuero. Ello nos habla de don Pedro como un hombre culto, influenciado por las corrientes intelectuales de su tiempo, cuando todavía no se había hecho realidad la "Europa dividida", consecuencia de la escisión protestante(8).



NOTAS.



(1)N.Federmann y U.Smidl:"Alemanes en América".Edición de Lorenzo E.López. Crónicas de América, 15. Editorial Historia 16.Madrid 1985.Página 131-132.



(2)Bonifacio del Carril."Los Mendoza". Emecé Editores S.A. Buenos Aires, 1954. Página 113, 114.



(3)Ezquerra Ramón: "Pedro de Mendoza" en Diccionario de Historia de España, dirigido por Germán Bleiberg. Alianza Editorial, Madrid 1979.tomo II, páginas 1004-1005-1006. (4)Martínez Friera, Joaquín:"Capitulaciones", en Diccionario de Historia de España, dirigido por Germán Bleiberg. Alianza Editorial .Madrid 1979.tomo I, páginas 671-672



(5)Tudela de la Orden, José: Atahualpa, rey inca" en Diccionario de Historia de España, dirigido por Germán Bleiberg. Alianza Editorial.Madrid 1979, tomo I, páginas 398-299.



(6)Chaunu, Pierre:"Conquista y explotación de los nuevos mundos". Editorial Labor, colección Nueva Clío, nº 26 bis, 2ª parte, capítulo 2º páginas 148-151.Barcelona 1984.



(7)Elliott, J.H. "La España Imperial". Editorial Vicens Vives.Barcelona 1969, 2ª edición página 60 y siguientes.



8)Bataillon, Marcel:"Erasmo y España". Fondo de cultura económica. México, 2ª edición.1966, página 810

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